jueves, 15 de enero de 2009

LA CARRETA VACÍA (OTRO CUENTO SUFI)

Caminaba con mi padre cuando él se detuvo en una curva y después de un pequeño silencio me preguntó: -Además del cantar de los pájaros, ¿escuchas alguna cosa más? Agudicé mis oídos y algunos segundos después le respondí: -Estoy escuchando el ruido de una carreta. -Eso es -dijo mi padre-, es una carreta vacía. Pregunté a mi padre: -¿Cómo sabes que es una carreta vacía, si aún no la vemos? Entonces mi padre respondió: -Es muy fácil saber cuándo una carreta está vacía, por el ruido. Cuanto más vacía la carreta, mayor es el ruido que hace. Me convertí en adulto, y ahora, cuando veo a una persona hablando demasiado, interrumpiendo la conversación de todos, siendo inoportuna o violenta, presumiendo de lo que tiene, sintiéndose prepotente y haciendo de menos a la gente, tengo la impresión de oír la voz de mi padre diciendo que cuanto más vacía la carreta, mayor es el ruido que hace. La humildad consiste en callar nuestras virtudes y permitirle a los demás descubrirlas. Nadie está más vacío que aquel que está lleno de sí mismo.

LA MUJER PERFECTA --- NASRUDÍN

Nasrudin conversaba con un amigo.
- Entonces, ¿Nunca pensaste en casarte?
- Sí pensé -respondió Nasrudin. -En mi juventud, resolví buscar a la mujer perfecta. Crucé el desierto, llegué a Damasco, y conocí una mujer muy espiritual y linda; pero ella no sabía nada de las cosas de este mundo.
Continué viajando, y fui a Isfahan; allí encontré una mujer que conocía el reino de la materia y el del espíritu, pero no era bonita.
Entonces resolví ir hasta El Cairo, donde cené en la casa de una moza bonita, religiosa, y conocedora de la realidad material.
- ¿Y por qué no te casaste con ella?
- ¡Ah, compañero mío! Lamentablemente ella también quería un hombre perfecto.